Se rompen y entrequiebran los cuerpos alborotados, se aguijonean y coaccionan, lago de sienes estimuladas. Entre todo ese tormento de distintos y similares a sí mismos, un aquel se vuelve, ensimismado, se entrecruza, relampagueante. Me entrecorta, se fija, me sonríe, se pierde en un instante, me roza apenas la cara, y me escribe en el humo:
- Belleza
Tus ojos dicen algo, eso que no puedo leer,
Yo no tengo tiempo,
Y vos no tenes tiempo para mí,
Sos artista -
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